Para mí el lujo está relacionado con el gusto por lo exquisito, con la atención personalizada en un servicio o con productos exclusivos de máxima calidad que se realizan de manera artesanal y con la máxima exigencia profesional, buscando la excelencia en cada etapa del proceso creativo-
La gastronomía, la moda, la cultura, son algunas experiencias que en su máxima expresión se convierten en bienes de lujo para cualquier consumidor exigente que busca la calidad por encima de todo. Todas ellas ofrecen servicios personalizados de alto valor experiencial.
La ópera tiene fama de ser un espectáculo exquisito. Es bien sabido que en su origen fue un espectáculo propio de clases privilegiadas, aquellas que podían apreciar sus características tanto escénicas como musicales. Para ello se construyeron majestuosos teatros de ópera en las principales ciudades del mundo. Sin embargo, con el tiempo el espectáculo operístico se ha ido virando hacia un público más amplio, formando parte de la tendencia general de la democratización de la cultura y principalmente por la llamada renovación de los públicos con el fin de atraer a los más jóvenes para que puedan perpetuar la supervivencia del género operístico.
En este sentido se han realizado numerosas acciones encaminadas hacia ese fin, por ejemplo los populares recitales de “Los Tres Tenores”, consiguieron eso crear un punto de encuentro entre dos aficiones aparentemente distintas, la del fútbol y la de la ópera; por otro lado, visualmente también se ha experimentado con montajes lúdicos dirigidos por conocidos directores de cine, un ejemplo de ello Gianni Schicchi de Puccini dirigida por Woody Allen, que ofrezcan otra lectura de las óperas y así “renovar” el género para las audiencias contemporáneas Se ha aprovechado la capacidad de difusión de conocimiento de Internet y plataformas como The Opera Platform, que presentan óperas subtituladas en seis idiomas, documentales, materiales históricos y en general suplementarios para apreciar las muchas aristas de este espectáculo. Y otra una iniciativa en este sentido fue la lanzada por el Metropolitan de New York hace unos años, la retransmisión en directo desde los teatros más importantes del mundo, vía satélite, en formato alta definición y sonido digital, de las funciones de ópera en las salas de cine, que ha tenido gran éxito como medio de ampliar la audiencia operística.
Sin embargo y pese a todas estas acciones a favor de popularizar la ópera, en mi opinión sigue siendo un espectáculo exquisito en su propia esencia y lo es fundamentalmente por la calidad excepcional de los profesionales que trabajan en ella. Se trata de una actividad artística en la que todos y cada uno de sus participantes son expertos en la materia que les compete, desde el vestuario o maquillaje, hasta todo el equipo técnico, y por supuesto el equipo artístico, todos ellos realizan un trabajo con el máximo rigor, exigencia y profesionalidad en donde cualquier mínimo detalle se cuida con esmero y dedicación con el fin de que la función operística pueda suceder. En este sentido, se podría definir la ópera como “punto de cohesión” entre las artes, reuniendo especialistas diversos, como escritores, compositores, músicos, bailarines, cantantes, diseñadores, arquitectos y escenógrafos, entre otros.
Al ser un espectáculo en directo todo tiene que funcionar a la perfección y con la máxima precisión. Nosotros, los cantantes de ópera somos un eslabón más de este engranaje artístico. En nuestro oficio desempeñamos nuestra labor dando lo mejor de nosotros mismos; cada función es una oportunidad nueva para expresarnos artísticamente y esto nos motiva para buscar con ímpetu la excelencia.
Asistir a una representación operística se convierte para el espectador en algo diferente que implica una actitud abierta, festiva y de disfrute para dejarse atrapar por el espectáculo y vivirlo como una experiencia única.
Stefano Palatachi
Cantante de Ópera